
Y me tuve que ir, no tenía otra opción, no podía quedarme. Mi dignidad no me permitía eso. Me arrepentí, sí, después de hacer cuatro o cinco cuadras, pero ese orgullo no me dejaba volver y pedirle perdón. Además, era él quien tenía que pedirme perdón, había sido él quien me había ya insultado unas cuantas veces, en broma, sí, pero me molesto igual. Temía que ese fuera el fin de todo, que él no quiera volver a hablarme. Camine unas cuantas cuadras con un gigantísimo nudo en la garganta, quería llorar, de hecho, lloré, lloré todo el camino a casa. Quería gritarle al mundo lo mal que me sentía, lo poco amada, o como se diga, que me sentía. Esperaba que él me alcanzara mientras yo caminaba, y me pida perdón. Lo esperaba porque cuando hice dos o tres pasos lejos de su casa escuche como si alguien cerrara la puerta, y hasta llegue a pensar que podría ser él, corriendo detrás mío para pedirme perdón. Que ilusa. Esperaba también que me mande algún mensaje, uno solo aunque sea, no pedía mucho. Pero eso tampoco paso, y no quería ser yo la que tenga que hablarle primero. ¿Qué iba a decirle? ¿“perdón por enojarme”? no gracias, paso.
[Este es un texto viejo que escribí hace más o menos una semana, el mismo día de la última entrada me arreglé con el chico este, y la semana pasada nos peleamos devuelta, de ahí este texto, lo continuo.]
Después de un rato que pasó eso le mandé un mensaje pidiéndole perdón, me contestó muy mal, ¡se enojo porque yo me enoje! eso es absurdo, él es absurdo. Hasta hoy sigue sin hablarme, lo que yo temía esta pasando, no me habla, parece que para él todo termino. Yo sigo como siempre, luchando para que volvamos a estar como antes, él cada día me la complica más, ignorandome, publicando cosas en Facebook...etc. Hace ya 4 días tuve que cerrar mi Facebook por esa razón, no aguantaba ver como era feliz, osea sí me gusta verlo feliz, pero me molesta que haga como si nada hubiera pasado. Sigo llorando cada noche antes de dormirme y a la mañana o mediodía al despertarme. No como, no tomo agua ni nada, sólo como pastillas de menta y fumo, nada más que eso. Me aislo, y sí, me afecto demasiado esto. Quiero hablarlo con alguien y me duele el no tener con quien. Me duele amarlo, me duele vivir, me pesa la vida y el alma sin el, y el, sigue sin entenderlo.