Y llorar hasta el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encarnársele a uno en los más profundo de los sesos. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo.
domingo, 17 de abril de 2011
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario