martes, 5 de junio de 2012

Olvidarte es más difícil que encontrarse al sol de noche, que entender a los políticos o comprar la torre Eiffel, más difícil que fumarse un habano en American Airlines, más difícil que una flor plástica marchita. Olvidarte es más difícil que una flaca en un botero, que encontrarse a un gato verde, o a un cubano sin sabor, más difícil que lady di en la estación del metro. Olvidarte, es tan difícil olvidarte. Olvidarte es recordar que es imposible. Olvidarte incluso es más difícil que aguantarte, si extraño tu neurosis y tus celos sin razón como no extrañar tu cuerpo en mi colchón. Olvidarte es un intento que no lo deseo tanto, porque tanto es que lo intento que me acuerdo mucho más, y he llegado a sospechar que mi afán de no acordarme es lo que me tiene enferma de recuerdos. Olvidarte es lo que espero para reanudar mi vida, harta de seguir soñando con la posibilidad de que un día por error o pura curiosidad le preguntes a una amiga por mis huesos.

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